viernes, 27 de junio de 2008

La ley y el deseo: “Cosas que por sabidas se callan y por calladas se olvidan”. Respetar acuerdos requiere más que buenas intenciones.

Definitivamente hay cosas que no nos gusta pensar y que sustituimos por fantasías. Si yo contara las veces que mis abuelitos, mis papas y mis tíos dijeron: “póngalo por escrito para evitar malos entendidos” (frase célebre ancestral) les dijera que son innumerables las veces, incluso las que yo misma he repetido -cual lorito- la misma expresión.

Aunque a veces -como también dice mi papá- es de caballeros y damas dar su palabra como un documento, es un verdadero riesgo que la palabra (o acuerdos) estén por allí sujetos a enfermarse o a ser víctima del hampa común o un accidente o una situación desesperada. ¿No es cierto que tus documentos de valor no los tienes por allí paseando para todos lados? algunos los guardamos en bóvedas o archivos con llave ¿o no? Y no se trata de dudar de la nobleza y de la palabra de tu gente se trata de aceptar que esa gente tiene sangre en las venas y es falible como cualquiera nosotros lo es.

Hoy me toca escribir sobre un tema de esos que a mi particularmente no me encantan, porque sé que soy muy pero muy fantasiosa y confiada. También porque soy confiable y bien intencionada, por lo tanto asumo que todos son como yo y la verdad lo creo, creo que todos somos bien intencionados y que todos -al igual que yo- hacemos lo mejor que podemos con los recursos que contamos, sin embargo, el desoír y desoírnos con cosas tan básicas como poner por escrito los acuerdos es sobreestimarnos, esperar demasiado de todos y de nosotros mismos, incluso descuidar la integridad de otros y de nosotros mismos, cosa no muy amorosa ni práctica, por cierto.

Cuidarnos, se trata de cuidarnos y cuidar a los demás. Siento que eso es el meollo de la ética y que por eso las leyes existen. Lo cierto es que, en la práctica nos encontramos alardeando de que somos o hacemos lo correcto y lo legal, para luego caigamos en consentir en cosas que parecieran inocentes pero que son de alto potencial dañino para alguien y a la larga aprendemos con dolor que lo son y mucho. Consentimos basado en el amor y la confianza a poner en riesgo a nuestros socios de vida (la familia) a nuestros socios de trabajo (clientes y proveedores) a nuestros socios de entorno (amigos, vecinos, escuela, comunidad, país, mundo) al no registrar los acuerdos por escrito.

Abusamos y/o permitimos abusos todo el tiempo por temor a confrontar nuestros derechos. Pensamos que la única forma de confrontar es agrediendo y la verdad podemos confrontar asertivamente sin tener que llegar a agredirnos ni sentirnos agredidos porque se nos demande lo propio.

Muchas veces somos muy precarios al negociar, cayendo en provocaciones de quienes nos oprimen para evadir responsabilidades o manipulando a otros para que nos presten atención y nos otorguen lo que es debido por derecho, degenerando las relaciones y derrumbando asociaciones por la vía del agotamiento y del cansancio, contrario a la tendencia de asociarnos y fortalecer esos lazos para aprender y prosperar.

Los abusadores se hacen cuando el abusado lo permite, no se trata de culpar a nadie, solo de darnos cuenta que entre adultos con plenas capacidades, es tonto hablar de culpables, manipulaciones y engaños.

Se trata de decir, “ya basta” antes de que sea demasiado tarde y se pierda lo realmente importante que es la posibilidad de estar en contacto con tus socios, sea que ese socio sea tu pareja, tu familia, tus amigos, tus compañeros, tus proveedores, tus clientes, tus vecinos, tu comunidad, tu organización, tu país. Se trata de cuidar lo que hace posible que la gente haga cosas grandes e importantes, la posibilidad de estar juntos como seres humanos gregarios que somos.

Cuidarnos es la propuesta, para eso existen los contratos escritos y los abogados, no solo para demandar y destruir sino para evitar dañar y dañarnos a nosotros mismos.

María Mercedes Gómez

5 comentarios:

Duvraska Mendoza dijo...

Interesante tu tema MM, hace poco conversaba con mi padre algo parecido y es que al parecer nos permitimos primero quejarnos o culpar a otros por mis silencios. No poner en claro situaciones o negociaciones o como queramos llamarles es responsabilidad de uno mismo, no es que otro abuse sino que yo deje que me abusen. Con este decir sabes me recuerdo a una pelicula que me encanta que en una de sus escenas menciona un tema que se conecta perfectamente con tu escrito "Legalmente Rubia 2". Yo particularmente reconozco que soy demasiado confiada e inocente al realizar negociaciones, pero lo que si tambien he aprendido que si no hablaste o dejaste en claro desde un principio por escrito o ejerciste tu derecho a la defensa propia no debes quejarte porque esa responsabilidad no se otorga a otro ni se regala siempre queda en uno mismo.

Gracias por seguir compartiendo. Un abrazo

Adrián Cottin Belloso dijo...

¡Gracias MM por este artículo!
He sido afectado y he afectado a otros por que alguien no me haya cumplido en los compromisos adquiridos o por yo no haber cumplido mis compromisos adquiridos.
Tu escrito mueve a la reflexión, y me toca pensar, reflexionar, analizar y actuar en consecuencia.
Te agradezco la llamada de atención,
Adrián Cottín Belloso
www.adriancottin.com

María Mercedes Gómez dijo...

Comparto con ustedes un comentario de mi amiga Maribel:

Excelente reflexión María Mercedes!!!definitivamente muchos de los conflictos que vemos en los equipos, en las parejas, en fin en las relaciones se tratan de "malos entendidos" que se enquistan... y que luego son difíciles de destejer. Este artículo tuyo me hizo reflexionar como primera recomendación poner nuestros acuerdos de actuación por delante y preferiblemente por escrito eso nos ayudará a ser mas efectivos en nuestros quehaceres de vida...

Un abrazo

Maribel Meneses

ROSA FERNANDEZ dijo...

Muy linda tu reflexion y tan acertada cuantas veces nos permitimos juzgar y molestarnos con otro solo por no saber escuchar,por malos entendidos.
gracias por recordarme.
rosa virginia

Unknown dijo...

Gracias por tan Excelente articulo Maria Mercedes, considero que el cuidarnos va de la mano con el RESPETO, principio indispensable para cualquier relacion llamese trabajo , amistad, familiar y que en ocasiones se hace facil ponerla a un lado.
Si bien es cierto en los tiempos de antes la palabra de un caballero o una dama era muy importante, trabajemos en que siga siendo asi y enseñarle a nuestro hijos que con las cosas ordinarias se podemos lograr cosas extraordinarias.